PREVISIÓN SOCIAL PARA PROFESIONALES: NUEVAMENTE EN LA DISYUNTIVA ENTRE IMPROVISACIÓN O PARTICIPACIÓN

El acceso de una persona a las prestaciones de la seguridad social en aquellas circunstancias en que ella se ve impedida de procurarse un sustento por razones ajenas a su voluntad, como la vejez o la discapacidad, no solo constituye un derecho humano fundamental consagrado en la Constitución Nacional y en los tratados internacionales sobre la materia, sino que hace también a las bases éticas y jurídicas de cualquier sociedad que se considere vinculada por lazos mínimos de solidaridad. Se trata de no dejar sumidos en el desamparo a quienes más necesitan una ayuda.

La Caja Previsional para Profesionales de la Provincia del Neuquén tiene como responsabilidad asegurar el goce efectivo de ese derecho humano por parte de los profesionales matriculados en la provincia del Neuquén, al igual que lo hacen en el resto del país 78 cajas de profesionales autogestionadas. El rasgo característico de este tipo de regímenes es que son gobernados por sus propios miembros, sin intervención del Estado. La conducción de las instituciones, el monto de los aportes, la inversión de los fondos, etc. son decididos a través de órganos colegiados (Asambleas y Directorios) cuyos cargos son ad honorem y con participación y elección directa de los afiliados.

 

Para poder lograr su cometido, un pilar esencial de la seguridad social es el carácter obligatorio, solidario y recíproco de su financiamiento. Existe consenso en el mundo en que solamente es posible crear un mecanismo sustentable de previsión social si se establece la obligatoriedad de las contribuciones al mismo. La única manera de que el afiliado acceda a las prestaciones cuando lo necesita es que contribuya a su financiamiento cuando puede.

 

Lo cierto es que la preservación y fortalecimiento de estos modelos democráticos y autogestivos de previsión social constituyen un desafío fundamental de nuestra época, caracterizada por la ruptura de los lazos de solidaridad entre las personas y por la tendencia de cada uno a delegar en terceros la resolución de temáticas que atañen a aspectos decisivos de nuestra propia vida.

 

En efecto, en nuestra sociedad se ha convertido en un lugar común escandalizarse por la proliferación de situaciones de vulnerabilidad, de las cuales el desamparo de los adultos mayores es una de sus caras más incómodas. Sin embargo, cuando se trata de prevenir esas situaciones nos vemos invadidos por un irrefrenable deseo de improvisación. En esencia, la seguridad social intenta precaver cooperativamente escenarios de vulnerabilidad de las personas, algunos indefectibles, otros aleatorios. No es posible que un sistema previsional cumpla su cometido si la participación de quien puede financiarlo aun sin recibir en lo inmediato sus beneficios es optativa. Es un típico problema de “riesgo moral” propio de cualquier modelo de acción colectiva. La obligatoriedad de los aportes intenta resolver la cuestión del “colado”, aquella persona que joven y sana destina sus fondos a satisfacciones personales, pero luego requiere asistencia del sistema en la necesidad o la desgracia.

 

Como podemos ver, la opcionalidad resulta incompatible con la sustentabilidad de cualquier régimen previsional, por lo que las iniciativas de ese tipo no hacen más que poner en jaque la posibilidad de las Cajas de afrontar los compromisos con sus miembros.

 

Por último, es tiempo de hacer caer mitos y dejar de lado la falsa información sobre los números de cada sistema previsional. Las Cajas para Profesionales le cuestan cero pesos al Estado pero brindan prestaciones muy superiores a los demás sistemas en relación a los aportes efectuados: Por cada peso aportado, la Caja de Neuquén devuelve al afiliado $ 3,14 en prestaciones, mientras que el sistema de Autónomos devuelve $ 2,78 por peso y el de empleados en relación de dependencia no supera los $ 2,31. Ello confirma que, si los niveles de los aportes que se realizan en la Caja fueran similares a los que reciben otras organizaciones, los beneficios serían muy superiores, lo cual da cuenta la eficacia y eficiencia del sistema en vigencia.

 

Al final de cuentas, la Caja Previsional expresa la necesidad de involucrarnos y de generar puntos de encuentro con los demás. El éxito de ese camino depende de asumir un destino común. El derecho a la seguridad social es irrenunciable y fundamental, pero debemos trabajar por él. La única forma de hacerlo es dejar de lado el individualismo. “Nadie se salva solo, nadie salva a nadie, todos nos salvamos en comunidad”.